Un minuto, una hora o el resto de la vida en silencio no acallarán el dolor de las víctimas de la ignorancia aprovechada por aquéllos que se identifican, solo por conveniencia y nunca por convicción, con un color o ideología poco clara, convirtiéndola en atrevida porque no busca la verdad pero sobre todo porque es peligrosa y mortal; por ello, resulta un deber de los peruanos, principalmente de los jóvenes que no respondemos a interés alguno si no al grito de nuestra conciencia y nuestra moral, discutir con profundidad la realidad de nuestro de país, lo cual incluye nuestra legislación, ayudando objetivamente a difundir toda esa información y no permitir su utilización para maniobras políticas y electoreras que aplican aquéllos que se ubican en bandos –lamentablemente ninguno con una camiseta de los 28 millones de peruanos- cuando en realidad todos esos han caído en lo delincuencial.
Hoy me gustaría dirigirme a los 400 mil ciudadanos ubicados en la selva pero lamentablemente muchos no saben leer o no entienden el español porque carecen de escuelas o de profesores bilingües, carecen de salud, carecen de una vida digna, y nadie se ha preocupado o se preocupa por solucionar esos reales problemas; también me gustaría dirigirme a los ciudadanos que están en Puno o Cuzco y de todo el país pero lamentablemente tampoco tienen acceso a la educación o salud y hoy están preocupados por evitar que sus niños desnutridos mueran por el friaje eterno que afecta a sus zonas e intentan darles abrigo a sus animales porque son su único sustento, mientras que su presidente regional se pasea en camionetas de último modelo o edita “libros” en los cuales publicita sus supuestos logros cuando más de la mitad de su población vive en la miseria; quiero dirigirme a los mineros y a los taxistas que lamentablemente en el ejercicio de la violencia y en el irrespeto a los derechos de los 28 millones de peruanos, pierden la posibilidad de exigir y solucionar sus problemas y causas justas; quiero dirigirme a los miembros del Congreso en general, pero sobre todo al Congresista Víctor Isla que busca, como en Honduras, que nos quedemos sin Presidente a fin de que su presidente Chávez, alias “Simón Bolívar”, gobierne Sudamérica; o a Pedro Santos que quiere derogar todos los decretos legislativos, aprovechando del pánico ocasionado por los hechos ocurridos en las últimas semanas, y que en el colmo de la ignorancia atrevida se queja de que gerentes calificados y elegidos ganen más de 15,000 soles cuando un congresista, muchos sin profesión o experiencia, gana más que ese monto solo por levantar la voz o prender velas en el medio del congreso; a la congresista Marisol Espinoza a quien veo en televisión con su saco blanco de temporada y su pelo cepillado hablando de los pobres del Perú y de los nativos afectados, lo cual no hace más que generarme nauseas; a Edgar Raymundo que levanta la voz y dice frases como que “la demagogia es la muerte de la imaginación”, y desde aquí aprovecho para pedirle por favor resucite un poco de esa imaginación y nos explique qué quiere decir, congresista Raymundo no tiene que gritar porque con eso no convence pero sobre todo debe mejorar ese discurso vacío que siempre escucho en sus intervenciones pero sobre todo me pregunto porque se irroga esa representación del “pueblo” que nadie, o por lo menos yo, le ha entregado; a Yonhy Lescano que tira piedras a diestra siniestra y busca el respeto igualitario de los ciudadanos peruanos y de los consumidores cuando, según se comenta, no hace cola en un banco como cualquier ciudadano; a Raffo que habla, con voz acongojada y dolor fingido, de los muertos de Bagua cuando su líder está en la cárcel por la muerte irracional e injustificada de cientos de ciudadanos peruanos, que burla; a Rolando Souza a quien se le preguntó cuando un ministro fujimorista renunció frente a hechos de crisis como el ocurrido y ante lo que responde que nunca ha existido algo tan crítico como las muertes ocurridas en Bagua, si señores pregúntense al igual que yo como es que el congresista Souza califica a muerte de estudiantes de la Cantuta o de familias en Barrios Altos, señor Souza, su presidente, escúchelo bien, su presidente Fujimori y no un ministro fue el que tuvo que renunciar por los atroces hechos ocurridos en la década de los noventa; me dirijo a todos esos otros miembros del poder legislativo, primer poder del Estado que SUPUESTAMENTE me representa y que hoy habla ya sea de responsabilidad política o defiende a los ministros del gobierno, con discursos bonitos o bien elaborados porque están mejor preparados pero que al igual que los demás miembros no pueden escucharme a mi o a otros que piensan como yo porque caen en el juego de la política que busca un puesto en el 2011 y pierden la grandiosa oportunidad de utilizar sus cualidades, hoy tan escazas en un congreso como el del Perú, para solucionar los reales problemas.
Por eso, toda vez que no puedo dirigirme a quienes participan activamente en la dirección del rumbo de nuestro país, me dirijo a los millones de peruanos entre madres y padres trabajadores, estudiantes, micro, pequeños y grandes empresarios, a todos los que viven en el Perú y quieren saber qué dice el tan ninguneado Decreto Legislativo 1090 y ese famoso Convenio 169 pero sobre todo quieren saber qué es lo que protege y desprotege y si es que acaso alguien tiene la razón.
¿Qué contiene la mal llamada ley de la selva por aquéllos a quienes las sospechas y suspicacias los alimentan? El decreto legislativo 1090 reproduce gran parte de la derogada ley forestal -promulgada más de un quinquenio después de la suscripción por parte del Perú del Convenio 169 y cuya vigencia duró casi 8 años sin que se produjeran actos tan salvajes- e incluye las modificaciones de aspecto técnico que en materia administrativa, forestal y ambiental se requieren para promover el desarrollo sostenible pero incluyen también, dentro del marco de la constitución y la legalidad, los mecanismos necesarios para la consecución de los objetivos de un país en crecimiento que hoy algunos cuantos quisieran paralizar. Por su parte, el Convenio 169 garantiza el respeto de los derechos fundamentales tendientes a la igualdad de oportunidades y de trato para los grupos que se encuentran en situación de desventaja, es decir busca evitar el abandono y la discriminación de las comunidades con relación a los ciudadanos peruanos que no viven en la Selva, ante lo cual me permito reflexionar ¿qué es más discriminatorio que pretender perjudicar a más de 28 millones de peruanos con la paralización del progreso que los recursos naturales del Perú pueden impulsar en salud, en educación y en una mejor calidad de vida para todos?. Soy consciente de que miles de peruanos, no solo los de la Selva, sufren del abandono no sólo de uno si no de varios gobiernos que con urgencia debe reconocer sus errores, pero ello no justifica que algunos nos priven, no solo a mí si no a 28 millones de ciudadanos peruanos, de los recursos que histórica y legalmente también nos pertenecen.
Así, basta de hablar de inconstitucionalidades sin siquiera saber cómo es que afecta a la carta magna; basta de confundirnos diciendo que los bosques, el agua y los demás recursos naturales de nuestro país se venden sin siquiera saber lo que dicen las normas; basta de insinuar corrupción cuando lo único corrupto son sus palabras más aún cuando muchas de estas normas rompen las cadenas que hasta hoy ataban los recursos del Perú a favor de algunos privilegiados; basta de clasificarnos como nativos, campesinos, cholos o blancos cuando todos somos ciudadanos peruanos; basta de llamar hermano a aquéllos que dicen compartir una tribu o una comunidad cuando somos más de 28 millones de peruanos los que compartimos una patria; basta ya de generar el caos a fin de imponer sus ideas, BASTA YA de tantas mentiras o verdades a medias.
Ciudadanos peruanos que viven en la selva de este país de todos los peruanos, mineros, taxistas, señores de Andahuaylas, Canchis y otros pueblos del Perú, utilicen los mecanismos idóneos para elegir a un verdadero representante que defienda sus intereses pero que también sepa escuchar y no se deje engañar por aquéllos que solo los utilizan a fin de lograr sus oscuros y corruptos objetivos.
Miembros de la clase política, asuman el rol que la historia hoy les exige, sobre todo por el respeto que se merecen los miles de peruanos que hoy duermen en la calle porque no tuvieron la suerte de haber nacido en la selva ni tienen el privilegio de vivir en un pedazo de tierra adquirido ancestralmente, por lo peruanos que están muriendo de frio, por los miles de estudiantes, futuro del país, que no tienen una adecuada educación, por los emprendedores que quieren surgir pero que no tienen los mecanismos, por los empresarios que apuestan por nuestro país ahí donde ustedes no hacen nada más que criticar.
Por todo lo señalado, les pido, les imploro que no caigamos en esa ignorancia atrevida a la que nos quiere llevar la autodenominada clase política y los “líderes” con complejo mesiánico, ubicados hoy cómodamente ya sea en los sillones del poder o que pretenden inculcarnos su ideología, de intransigencia y poca consecuencia en su actuar, para mañana poder gobernar. En tanto no exista la vacuna para esta epidemia de ignorancia evitemos tener contacto con aquéllos que inescrupulosamente pretenden manipularnos y tomemos las medidas necesarias a fin de responder solo a lo que nuestra consciencia, previa y objetivamente informada, nos señala pero cuyo principio debe ser el uso de la razón más no de la fuerza.
Peruanos, no dejemos que la indiferencia, quizás lo único peor que la ignorancia, mate lo que nos motiva a todos los que seguimos creyendo en un país grande: la esperanza.